Juan Félix Pepén Solimán
Recientemente causó
pesar en la Iglesia Católica así como en toda la sociedad
dominicana el deceso de su excelencia reverendísima monseñor
Juan Félix Pepén Solimán, primer obispo de la diócesis de
Nuestra Señora de La Altagracia. Su muerte, acaecida el pasado
12 de agosto del presente año, ha llenado de luto a su ciudad
natal de Higüey, a la que desde su alta investidura en el clero
católico sirvió durante toda su vida.
Juan Félix Pepén
Solimán nació en Salvaleón de Higüey el 27 de
enero de 1920, siendo el segundo vástago procreado por
Felisindo Pepén de León y Luisa Solimán Suriel.
Sus hermanos son Sinforoso (primer senador de la
provincia La Altagracia), Luisa, Alba y Dora
Pepén Solimán. Su padre Felisindo Pepén había
nacido en Salvaleón de Higüey el 13 de marzo de 1892, siendo
hijo de Sinforoso Pepén y Luisa de León. Su padre
lo reconoció en fecha 9 de abril de 1892 ante el entonces
oficial del Estado Civil de Higüey José María Benzo y los
testigos Victoriano Pepén y Manuel María Fernández. Otros hijos
de Sinforoso Pepén fueron Sinforoso Pepén de León,
fallecido a la edad de 7 años, el 11 de diciembre de 1906;
Juana Pepén de León, nacida en Higüey el 28 de septiembre de
1893, y Colón Pepén de León, nacido el 1 de junio de 1895.
Este último fue reconocido por su padre el 23 de noviembre del mismo
año ante el oficial del Estado Civil de Higüey, Tomás María
Montás.
El apellido Pepén
llegó a tierras higüeyanas proveniente de Mirabelais,
ubicado a unos 55 kilómetros en las afueras de la ciudad de Puerto Príncipe,
capital de la República de Haití, y lugar estratégico utilizado
como antesala del ejército haitiano para sus incursiones
militares en territorio dominicano.
El abuelo
de monseñor Pepén lo fue Sinforoso Pepén, hijo natural de Juana Pepén Montás, natural de San
Cristóbal y fallecida en Higüey a la edad de 80 años el 16 de
diciembre de 1898, siendo hija de Deglassí Pepén y
María Victoria Montás, este último apellido también
proveniente del mencionado poblado de Mirabelais en Haití.
La
declaración de su
fallecimiento fue realizada por Sinforoso Pepén ante el
oficial del Estado Civil de Higüey Tomás María Montás y en
presencia, como testigo, de su hermano Damián Pepén.
Felisindo Pepén de
León ocupó
los cargos de tesorero del Honorable Ayuntamiento de Salvaleón de
Higüey, Juez de Paz y oficial del Estado Civil. Contrajo
matrimonio en Higüey el 16 de diciembre de 1916 con Luisa
Solimán Suriel, nacida en Higüey en 1895, e hija de Luís
María Solimán y Simeona Suriel. El matrimonio Pepén
Solimán se celebró a las 5 de la tarde en la calle Cambronal,
en la casa de la señora Virginia Bello viuda Solimán y en
presencia de los testigos Feneleón Pepén, Faustino de Soto,
Virgilio Rodríguez y Julio Rolfot.
Juan Félix Pepén
Solimán
realizó sus primeros estudios en el colegio “Orfelina Pilier”,
pasando posteriormente a estudiar filosofía y teología,
ordenándose sacerdote en el Seminario Santo Tomás de Aquino el
29 de junio de 1947 y recibiendo las órdenes sagradas de manos de
Monseñor Octavio Beras Rojas. Obtuvo el título de Doctor de
Filosofía y Letras en la Universidad de Santo Domingo el 28 de
octubre de 1951. Tras la creación de la Diócesis de Nuestra
Señora de la Altagracia por el Papa Juan XXIII, el 1 de abril
de 1959 fue designado como primer obispo de dicha diócesis,
tomando posesión de la misma el 12 de octubre del mismo año.
Una de sus iniciativas
fue su petición al papa Paulo VI para nombrar con el título de
“Basílica Menor” a la basílica de Higüey, inaugurada durante su
obispado el 21 de enero de 1971, con la asistencia del
presidente de la República doctor Joaquín Balaguer. Su labor en
la diócesis de La Altagracia concluyó el 31 de mayo de 1975,
fecha en la cual renunció por motivos de salud, pasando a ocupar
el puesto de obispo auxiliar de la arquidiócesis de la ciudad de
Santo Domingo. Fue rector de la Universidad Católica Madre y
Maestra, párroco de la iglesia San Antonio en Gascue y capellán del
asilo de
Santa Clara, de la Policía Nacional, así como del colegio Quisqueya. Fue autor de varios libros, entre los que se destaca
“Donde Floreció el Naranjo”, obra que hace referencia a la
historia de la aparición de la Virgen de la Altagracia, patrona
de la República Dominicana.
Sus restos fueron
llevados a la Catedral Primada de América,
en donde se ofició una misa de cuerpo presente, concelebrada
por su Excelencia Reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López
Rodríguez, siendo posteriormente trasladados a la basílica de Higüey, donde reposan en la bóveda de los obispos.
Allí, una sobrina citó
una de las frases más ricas y sabias de este hombre de la
Iglesia: “Al entregarme a Cristo y a su Iglesia, esta ha venido
a constituirse en mi verdadera familia”.
Monseñor Juan Félix
Pepén Solimán, único sobreviviente de los firmantes de la
Carta Pastoral de enero de 1960, ha partido hacia la Casa de
Dios, dejando a toda la sociedad dominicana su ejemplo de
humilde servidor del Señor, su fiel culto a nuestra venerada
Virgen de la Altagracia y su entrega a los más desposeídos de
nuestro país.