El 26 de febrero de 1805, a eso
de las 9 de la mañana, entró a La Vega agitadamente en camino
desde Santiago, en un caballo al pelo, José Reinoso, vecino del
lugar, a dar la voz de alarma de que el ejército haitiano,
dirigido por el general Enrique Cristóbal, había tomado
Santiago, en cuya defensa murió valientemente el vegano Serapio
Reinoso del Orbe, coronel Comandante en todo el Cibao, así como
a poner en conocimiento de la población las atrocidades
cometidas por Cristóbal y su gente, entre ellas el ahorcamiento,
en los arcos de la casa capitular o cabildo de Santiago, frente
a la Plaza de Armas, de varios regidores y personalidades de esa
ciudad y la región, entre ellos don Joseph Núñez, vecino de La
Vega y antiguo alcalde ordinario del pueblo.
Gran alarma y terror causaron en todo el pueblo vegano aquellas
noticias y la voz se regó rápidamente: todos sus habitantes,
ricos y pobres, mulatos, blancos y negros, salieron huyendo a
los campos y montañas vecinas, incluyendo las autoridades y el
superior de la Real y Militar Orden de la Merced, llamado fray
Agustín Hernández. Es así que cuando Cristóbal llega a La Vega
en su ruta hacia Santo Domingo para reunirse con Dessalines,
encuentra a orillas del Camú un pueblo fantasma.
Continuó Enrique Cristóbal junto a sus tropas hasta llegar a
Santo Domingo y unidas a las de Dessalines que llegaron por el
Sur, iniciaron un sitio a la ciudad el 8 de marzo de 1805
durante 22 largos días, hasta que pasó por las costas de la
ciudad una escuadra francesa, causando preocupación en los
invasores, al pensar que ocuparían las ciudades haitianas,
levantando entonces el sitio. Dessalines decidió realizar la
retirada por el Norte, y fue a inicios de abril de aquel año
cuando más ira y maldad causó en la población de La Vega. Hizo
llamar a los habitantes bajo amenaza de causar mayores
desórdenes y daños; inocentemente inspiró confianza en muchas
familias, que salieron de los montes y escondites. Los haitianos
ordenaron la prisión de todos los que se presentaron y se los
llevaron a Cabo Haitiano. Los padecimientos del traslado y la
estadía en Cabo Haitiano fueron
traumatizantes
para los que
lograron sobrevivirlos. La salida de La Vega culminó con el
incendio del pueblo, tal como hicieron con Moca, Santiago y San
José de las Matas, entre otras poblaciones.
Con el incendio de La Vega se perdieron muchas vidas y bienes
materiales, particularmente todos los registros de oficinas
civiles y parroquiales. Posteriormente, don Agustín Tabares,
presbítero y sochantre de la Santa Iglesia Catedral, encontró, “en manos de un cualquiera”, en la ciudad de Santo
Domingo, el Libro XIV de asiento de Bautismos de la Parroquia de
La Vega, iniciado el 1 de enero de 1805 e interrumpido el 25 de
febrero del mismo año, esto es un día antes de que se desalojara
apresuradamente el pueblo. Las actas de ese libro fueron
instrumentadas por el cura rector interino de la localidad,
quien era, tal como expresamos, el mercedario fray Agustín
Hernández. Este volumen, felizmente recuperado fue devuelto a su
parroquia de origen.
En casi dos meses de ejercicio sacramental, se registran sólo 48
bautizos, hecho este explicado por la escasa población de La
Vega para entonces, que había experimentado acontecimientos como el Tratado de Basilea, por el que se ordenó el traslado a La
Habana de las autoridades y vecinos que quisiesen permanecer
bajo el reino de España; la también traumática ocupación de
Toussaint de 1801, así como otras ocupaciones haitianas en 1804,
que habían obligado a evacuaciones también totales del pueblo.