El presbítero y Comendador de la Orden de Isabel la Católica
Gabriel Benito Moreno del Christo nació en Santo Domingo el 21
de mayo de 1831 y murió en su ciudad natal el 26 de octubre de
1905. De los 74 años de su vida, 51 los dedicó al sacerdocio,
habiendo sido ordenado en 1854 por el Arzobispo Tomás de Portes
e Infante. De su ejercicio pastoral, resaltan dos episodios
fundamentales: el Te Deum que ofició el 18 de marzo de 1861, una
vez proclamada la Anexión a España, y la oración fúnebre que
pronunció en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Santo
Domingo en recuerdo de Francisco del Rosario Sánchez, luego de
su fusilamiento en El Cercado en julio de ese mismo año.
Pero más que por su desempeño como pastor de almas, Moreno del
Christo es recordado como personaje de excepción por un famoso
Álbum que publicó en París en 1886, contentivo de autógrafos de
múltiples y diversos personajes de la época y su famosa frase
“París o las pampas de Guabatico”, expresión de su dilema entre
la vida sibarita en Francia y el apego a su tierra.
Su más moderno biógrafo, José Chez Checo, en su discurso de
ingreso a la Academia Dominicana de la Historia en 1996, dice de
él que fue “un dominicano excepcional”, con debilidades más
resaltantes que sus virtudes, por ser más escandalosas. “Más
apegado a las cosas terrenales que a las de Dios”, Chez Checo le
atribuye a Moreno del Christo “alguna capacidad seductora”: su
relación con algunas damas “traspasaba los límites de la
amistad, el afecto y la admiración para caer en los campos del
erotismo”.
Documentos citados por Chez Checo en su referido ensayo dan
cuenta de que en enero de 1859, un fiel envió un anónimo al
Cardenal A. Barnabó, Prefecto de la congregación Propaganda Fide,
lamentando el nombramiento de Moreno del Christo como Camarero
de Honor de Su Santidad, título que le confirió el Papa Pío IX
en 1858, cuando sobre él recaían graves imputaciones de carácter
moral. Aquella carta daría pie a que Barnabó rehusara concederle
facultad para administrar el sacramento de la confirmación como
Delegado Apostólico en Santo Domingo. Martín Niewindt, Vicario
Apostólico de Curazao, también recibiría informes de los
escándalos de Moreno del Christo, los cuales comunicó a Barnabó
en agosto de 1859 y enero de 1860.
Moreno del Christo, no obstante la condición de figura intocable
que adquirió por el apoyo que le brindaba el presidente Pedro
Santana, su padrino de ordenación eclesiástica, y quien lo
nombraría su Capellán de Honor, se sintió calumniado del “modo
más inicuo”, obteniendo de Fernando Arturo de Meriño, Vicario
General de la Arquidiócesis de Santo Domingo, dos certificados
de buena conducta, en mayo y julio de 1860. El segundo
certificado develó la causa de las intrigas en su contra: su
vida lujuriosa y un hijo que le suponían en Higüey, su curato
predilecto, según sus propias palabras, de los nueve que
desempeñó.
Moreno del Christo utilizó las certificaciones como defensa ante
Barnabó en cartas de octubre de 1860 y enero de 1861, pero en
marzo de ese último año, Meriño confirmó las acusaciones que
corrían: efectivamente, Moreno del Christo había cometido
“escándalos” en Higüey, “teniendo trato ilícito con una mujer,
de la cual nació un hijo”. Esa mujer fue Luisa Caminero y
el hijo Fabio José Caminero. Con ella procreó también a María
Fabiola Caminero, quien casó en 1881 con Rodolfo Roberto
Boscowitz. Pero había más: en Santo Domingo conocía “casualmente
a una mujer casada, actualmente separada de su marido, con la
que Monseñor ha procreado también a una hija”. Esta hija
fue Altagracia Villegas, procreada con Celimena Villegas.
“Monseñor Moreno nos ha engañado” —escribiría Meriño a Barnabó
en marzo de 1860— (…) “él no salva ni las apariencias, sino que
ahora ha hecho venir la mujer de Higüey, y tanto en casa de ésta
como de la otra, se le ve a horas indebidas como haciendo alarde
de su crimen” (…) “es una piedra de escándalo para los fieles y
cuya mala fama cunde de día en día, no sólo en la misma
Arquidiócesis, sino en las de países extranjeros que nos quedan más
vecinos”.
A pesar de ser amonestado varias veces por Meriño,
Moreno del Christo no se enmendó, amparándose en el apoyo
gubernamental y su adicción a la masonería. Su escandalosa
conducta le valió como final sanción su cancelación como
Camarero de Honor de Su Santidad.
Fuentes Bibliográficas:
Chez
Checo, José: El presbítero y comendador Gabriel Moreno
del Christo - París o Las pampas del Guabatico,
Colección Historia Total, No.4, Santo Domingo, 1996
Prieto
Nouel, Luis José: ¿Somos
parientes?, Raíces, boletín del Instituto Dominicano
de Genealogía, No.6, julio-diciembre 1994