INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

 

SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy

SÁBADO, 29 DE AGOSTO DE 2020

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COSAS AÑEJAS. RECORRIDO HISTÓRICO, GENEALÓGICO Y PROSOPOGRÁFICO (5 de 15)

Preparado por Joan Manuel Ferrer Rodríguez

 

V. Taita Polanco, el altruista.

Por desgracia, la próxima noticia carece de fecha cierta. Aun así, existen elementos de juicio que nos permiten situarla entre el ocaso del reinado de Carlos IV (soberano del reino peninsular desde 1788 a 1808) y los liminares de la administración de Fernando VII (rey de España fugazmente en 1808 y luego entre 1814 y 1833).

Pues bien, a juzgar por los datos adicionales que suministra Penson, presumimos que el taita Polanco de Barriga Verde bien podría ser Juan Domingo Polanco, marido de Luisa Guante, ambos morenos libres del barrio de Santa Bárbara, también llamado de los Canteros.

Según los apuntes de Larrazábal, la pareja Polanco-Guante alumbró nueve hijos, que fueron José (n. 1756), Joaquín (n. 1762), Félix (n. 1764), Ana de Jesús (n. 1768), Francisco (n. 1770), María de Jesús (n. 1772), Ana Joaquina (n. 1774), Vicente del Espíritu Santo (n. 1777) y María del Carmen Polanco Guante (larrazábal blanco, Carlos. Familias Dominicanas Tomo III. Santo Domingo, 1975. p. 73 y Tomo VI. Santo Domingo, 1978. p. 237).

Zapatero para unos, sastre para otros, tenía una pulpería agregada a su vivienda, levantada en el callejón de la Esperanza (actual calle Luperón, antes callejón del Guarda Mayor y luego calle de la Leche). Atención aparte merece el minucioso retrato del autor, según el cual Polanco era hombre de color… de los sanos y piadosos ejemplos de hombría de bien tradicional… generoso y hospitalario a carta cabal… el hombre más honrado de la ciudad. (penson. Ob. cit., págs. 105-107).

La clave de esta historia reside en el hecho de que Polanco, haciendo gala de la tradicional hospitalidad criolla, acogió y prohijó en su casa a un niño de presunta estirpe noble, que había aparecido en la ciudad en medio de extrañas circunstancias hambriento y semidesnudo y que pronto pasó a ser llamado en todos los mentideros locales con el mote de Barriga Verde. En todo caso, a la vuelta de algunos años llegaron avisos desde la península, que reclamaban a la criatura y urgían su devolución a la corte a objeto de que ocupara el lugar que le correspondía entre los suyos. Si bien es cierto que las autoridades lo embarcaron hacia la península a las primeras de cambio, la fecha del viaje sigue siendo una incógnita.

Pero, por azares que ahora no conviene relatar y, además, porque carecemos del  tiempo y el espacio necesarios, nos limitaremos a informar que el taita confluyó tiempo después en la capital del descosido imperio acompañando a un personaje criollo de cierto fuste. Sin ánimo de extendernos en abstracciones estériles, todo parece indicar que tropezó allí con su antiguo pupilo, quien lo introdujo a la corte y deleitó a sus pares contándoles con lujo de detalles los mimos, servicios y atenciones que había recibido en la modesta morada de Polanco. Sin embargo, el aspecto más fascinante de toda su biografía sigue siendo que, durante su breve estancia en la metrópoli, Polanco fue honrado por la real persona, quien le colmó de mercedes y prebendas.

Para concluir, el otro sello distintivo del relato lo constituye la descripción del pintoresco desembarco de Polanco en Santo Domingo “ostentando un magnifico uniforme, ceñida rica espada, calzadas espuelas de labrada plata, con empolvada cabellera luciendo gregorillo de finísimo encaje en la camisa, casaca grana de ancho galo de oro, medias de seda reluciente, botas de ante, al cuello esplendida gola de oro labrada, cubierta la cabeza con el elegante tricornio y puesta al pecho nobilísima placa.” (penson. Ob. cit., p. 123).

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