INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

 

SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy

SÁBADO, 10 DE OCTUBRE DE 2020

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COSAS AÑEJAS. RECORRIDO HISTÓRICO, GENEALÓGICO Y PROSOPOGRÁFICO (11 de 15)

Preparado por Joan Manuel Ferrer Rodríguez

 

X. Doña Jacinta Cabral, la obsequiosa.

Doña Jacinta Cabral es otro de los personajes de segunda línea que desfila por el relato de Las Vírgenes de Galindo. Nacida en 1771, fue hija de Francisco Cabral y Maldonado, brigadier, regidor decano y alférez real (remató el oficio de regidor en 1771 y obtuvo el de alférez por nombramiento dado en Aranjuez el 23 de abril de 1793) y de su esposa doña Isabel de Herrera Acevedo. A mayor abundamiento, Penson dice que Jacinta era “Blanca, gruesa, alta y aunque algo entrada en edad, le quedaban buenas señales de que había sido real moza… de costumbres a la antigua, misa diaria, rezo al alba, trisagio, novena y tercios y ayuno en cuaresma. Vestía modesto traje de muselina suelto y pañolón morado de rico madrás en la cabeza… de genio alegre y divertido” y moraba en el barrio de Las Mercedes, en una casa de portal ancho “provisto de escaños, iluminado por un farol de vela de cera”, con balcón y altas ventanas (penson. Ob. cit., págs. 295-299).

Agrega que era “vástago de buena familia. Y es que su padre, de rancia estirpe criolla, hijo a su vez de Miguel Cabral y Torres y Leonor Gregoria Maldonado, costeó de su propio peculio buena parte de las fiestas organizadas en Santo Domingo del 12 al 16 de noviembre de 1789 para celebrar la proclamación de Carlos IV. Por lo visto, encabezó el desfile inicial en un “brioso corcel enjaezado… levantando el bellísimo pendón real… entre las aclamaciones y los vítores, el Alférez Real lanzaba al aire puñados de monedas recién acuñadas al gentío… Concluido el primer día y acercándose la noche, la comitiva acompaño al Alférez Real a su casa, la que tenía gustosamente y adornada y dispuesta con prevenciones de un lucido refresco, y esplendida cena.” (mañon arredondo, Manuel de Jesús. Crónicas de la ciudad primada. Editora Corripio. Santo Domingo, 1992, págs. 236-237).

Resulta llamativo que la única “nota” (si nos atenemos al discurso empleado por los abanderados del sistema de la limpieza de sangre) la tenía Jacinta por el lado de la madre, que a pesar de ser recibir el tratamiento de “doña”, fue tachada de mulata por los pares de Francisco Cabral en el cabildo, quienes se ampararon en la dichosa mácula de su consorte para intentar impedir su ingreso en la corporación. La razón de ello es que la sociedad estamental había levantado un valladar contra ese “otro” (moros, judíos y protestantes) en el que ahora aparecían incluidos también los negros, mulatos, tercerones, cuarterones y zambos.

De español y mestiza, castiza. Miguel de Cabrera. 1763.

Museo de América, Madrid. Núm. Inventario: MAM 00006

Según datos de Utrera, la genealogía de doña Jacinta arranca con una Micaela de Acevedo, nacida esclava, quien, por razones atendibles, adoptó el apellido de su amo y fue madre de Rodrigo de Acevedo.

Luego, este Rodrigo de Acevedo, capitán, tomó por esposa a otra mulata, Isabel de la Cid, (descendiente de Inés Magdalena, semoviente de doña Felicitas de Carvajal), en quien tuvo 10 hijos, uno de los cuales, Beatriz María Acevedo Cid, fue bautizada el 7 de septiembre de 1666 (Por el arcediano Juan Baptista de Olibares. Apadrinada por el también capitán Juan de Villalobos, en presencia de los testigos Juan Martin y Manuel de Ribera, sacristanes. ahasd. Catedral… Bautismos Libro IV, folio 319, número 1382) y matrimonió con el sargento Juan de Castro Velasco, natural de Málaga, hijo de Pedro de Castro y Agustina Velasco.

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