INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC. |
Cápsulas Genealógicas |
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SUPLEMENTO CULTURAL DEL DIARIO Hoy |
SÁBADO, 30 DE ABRIL DE 2022 |
ANCESTRO ESCLAVO DE APELLIDOS DOMINICANOS (2 de 6) |
Preparado por Edwin Rafael Espinal Hernández |
En ninguna de las actas constan fechas de nacimiento, aunque considerando la costumbre sancionada por los sínodos diocesanos del siglo XVII en el sentido de que los párvulos debían bautizarse entre los veintiún y veintitrés días de nacidos[1], hay que concluir que en el caso de los niños —que son la mayoría— se trataba de bebés. Salvo casos excepcionales, los bautizados aparecen como hijos de madres solteras, quien sabe si producto de las relaciones concubinarias de españoles con sus esclavas[2]; en aquellos casos en que se trataba de adultos y de hijos legítimos o de una pareja se hacía constar. La mención de “hijo natural” aparece solo en algunas actas en 1658 y en prácticamente todas se identifica la procedencia étnica o el tipo racial: conga, grifa, mulato, negro, moreno, negra boruca. Una excepción respecto de la condición de mulatos y negros asentados en este libro la constituyó “una niña de color blanco, llamada Baltasara, dijeron ser esclava de [una] monja de Regina Angelorum”, que el Lic. Francisco Moreno de Angulo bautizó el 9 de febrero de 1636. En ocasiones, los bautizados tenían por padrinos a otros esclavos o a exesclavos, designados como “libres” y por norma eran bautizados y ungidos con óleo y crisma en la Catedral; excepcionalmente, se les echaba agua en la casa por estar en peligro de muerte —labor a cargo de las comadronas que asistían en los partos[3]— y entonces eran sólo bautizados. Entre marzo y noviembre de 1644, un año crítico en cuanto al aprovisionamiento en el templo, sólo se les echó agua, por no haber ni óleo ni crisma. El señalamiento de que ciertos bautizados eran hijos de criollas esclavas o negras criollas trasluce que habían nacido en la isla y que formaban parte de una generación esclava precedente, expresión de la mayor proporción de esclavos criollos frente a nuevos trabajadores africanos que se verificó justo a partir del siglo XVII, cuando “la pobreza generalizada de la colonia impidió durante décadas la importación regular de nuevos trabajadores africanos[4]. Por otro lado, la inclusión de hijos de morenos y mulatos libres en este libro refleja una forma de discriminación que les recordaba que su categoría social provenía de la de los esclavos. Como otros, obtuvieron su manumisión de manera gratuita o comprada, pero su libertad lindaba con la ficción, pues estaban excluidos de ejercer ciertos oficios —se dedicaban a labores artesanales o a oficios en los ingenios o a tareas que no requerían destrezas especiales—, carecían de todos los derechos civiles y políticos y no podían cultivar las tierras más productivas. Para sobrevivir se establecían por su cuenta o se empleaban con un patrón[5]. Los conventos tenían esclavas negras para las labores domésticas y el trabajo en las haciendas[6] y determinadas monjas contaban con ellas para su servicio personal, sin duda como parte de su dote al ingresar a las órdenes[7]; junto a sus hijos, “compartían y aliviaban a su modo la estrechez de las religiosas”[8]. En el caso del convento de Santa Clara, siendo priora Leonor de Ovando, las religiosas alquilaban a sus esclavas como jornaleras en la ciudad[9]. En la mayoría de los casos, como lo revelan las actas de bautismo, las religiosas dieron su apellido a sus esclavas, que los transmitían a vez a sus hijos. Su condición de hijos naturales se explica en el hecho de que las esclavas se embarazaban cuando salían a vender los productos de las huertas de los conventos y ejercían la prostitución en las noches[10]. Notas Bibliográficas: [1] Sáez, op. cit., p.44. [2] Deive, op. cit., p.82. [3] Sáez, op. cit., p.49. [4] Moya Pons, Frank: Nietos de esclavos en La otra historia dominicana, Editora Búho, Santo Domingo, 2008, p.85. [5] Deive, op. cit., p.87. [6] Sáez, José Luis: La iglesia y el negro esclavo en Santo Domingo – Una historia de tres siglos, Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, Colección Quinto Centenario, Santo Domingo, 1994, p.33. [7] Sáez, op. cit., p.34. [8] Sáez, op. cit., p.35. [9] Paredes Vera, op. cit., p.133. [10] Sáez, op. cit., p.38. |