El 18 de marzo de 2006 publicamos en esta columna la cápsula “El
difuso origen de los Rancier”, en la que indicábamos que el
más antiguo ascendiente localizado de la familia Rancier era
Pourçain Rancier, nacido en Verneuil, Francia, el 7 de
septiembre de 1784 y que se pensaba, aunque sin confirmación,
que pudo haber sido soldado de la expedición que arribó a la
isla en 1802, comandada por Víctor Manuel Leclerc y enviada por
Napoleón Bonaparte para aplastar la rebelión de los esclavos en
Saint Domingue. Decíamos además que tras la derrota francesa,
Pourçain casó con una joven francesa de apellido Lafontaine,
radicándose en La Vega. El retorno a la condición de colonia
española tras la guerra de la Reconquista entre 1808 y 1809 de
la parte este de la isla impulsaría a Pourçain a emigrar
presumiblemente de nuevo a Francia o a Filadelfia, Estados
Unidos, sitio de refugio de la mayoría de los franceses que
habían logrado escapar de la revolución de los negros de 1791.
Pero documentaciones recibidas por el genealogista Marcos
Heriberto Hernández Brea desde Francia, producto de
investigaciones e intercambios con
Michele Rancier (bisnieta de Pourcain Rancier)
y de Hervé Alain Jean Marceau Douay, esposo de
Daniele Marguerite Jacqueline Rancier (también bisnieta de
Pourçain Rancier), ponen ahora en duda que este sea el
tronco de los Rancier dominicanos.
Entre esos documentos figuran varios correspondientes a su
expediente de solicitud de pensión como “soldado de la República
y el Imperio” francés, fechado en 1859, en los que se hace
constar que fue conscripto desde los 13 años y que entró al
servicio militar a los 21 años, viendo acción como fusilero de
batallón entre 1806 y 1811. Fue herido gravemente en Sevilla,
España, en ese último año. En ninguno de estos se indica que
hubiese participado o que fue enviado como soldado de la
expedición que arribó a la isla en 1802.
Pourçain nació en Verneuil-en-Bourbonnais,
Allier, Auvergne el 7 de septiembre de 1784 , por lo que su ingreso al servicio militar tuvo
lugar en 1805, tres años después de la llegada de la armada de
Leclerc a Saint Domingue. Si como se presumía vino en ella, los
documentos relativos a su requerimiento de pensión lo descartan
de plano como padre de la primera generación conocida de Rancier
en República Dominicana.
De Pourçain se tienen abundantes datos. Era hijo de Jean Rancier
Chevalier (Nades, Allier, 1745-Verneuil, 1802) y Claudine Durare
Brisson (n. Verneuil, 1777) y casó en Bransat, Allier, Auvergne,
el 18 de agosto de 1812 con Madelaine Pariot Martin (1788-1858).
Murió en su ciudad natal el 29 de agosto de 1872. Sus hijos
fueron Jean (n. Verneuil, 1813), casado en 1840 con Marie
Vacheron en
Monetay-sur-Allier, Francia; Madeleine (Bransat, 1814-Verneuil,
1885), Pierre (n. Bransat, 1816), Marie (n. 1818, Verneuil) y
Cahterine (n. Verneuil, 1820). Su ascendencia ha sido remontada
documentalmente hasta el siglo XVII.
El matrimonio con una joven apellido Lafontaine del tronco de
los Rancier dominicanos es igualmente otro dato nebuloso. De
acuerdo con una carta del
doctor
Juan Bautista Pérez Rancier a su hermano Luis Tomás Demetrio
Pérez Rancier, fechada el 24 de abril de 1958, en La Laguna, Gran Canaria, su ascendiente
—del
que no recordaba su nombre y del que no dudaba fuese un oficial
de la expedición francesa, aunque no sabía si había permanecido
en Haití o vuelto a Francia—
casó con una hermana de la esposa de un compañero de armas suyo
de apellido Lamarche. El nombre de esa dama tampoco lo
sabía, pero dijo que la conoció residiendo en Santiago,
siendo beneficiada de una pensión del gobierno francés. Ese Lamarche es sin dudas el
“Mr. Lamarche”
que Carlos Larrazábal
Blanco cita en el tomo IV de “Familias Dominicanas” casado con
María Lafontaine.
Los primeros Rancier dominicanos conocidos fueron Felipe, Tomás
y Alejandro Rancier
—quienes
tuvieron además dos hermanas de nombre desconocido—
pero establecer el nombre de sus padres es harto difícil, pues
se especula que nacieron en las tres primeras décadas del siglo
XIX, período del que existen pocos archivos parroquiales y del
Estado Civil. De ellos, el doctor Pérez Rancier dice que Tomás
murió en Santiago y que la fosa de su tumba fue la primera que
se abrió en el cementerio de la ciudad, aludiendo al Cementerio
Municipal de la 30 de Marzo. La tumba más antigua de este
cementerio es la de Cipriano Mallol, fallecido en 1855, por lo
que Tomás Rancier debió morir en o cerca de ese año. Santiago
perdió sus archivos civiles y eclesiásticos durante el incendio
ocurrido durante la guerra restauradora de 1863, lo que hace
imposible todo esfuerzo por localizar cualquier documento
relativo a su persona antes de esa fecha.
Si efectivamente el tronco de los Rancier dominicanos
—a
quien el doctor Pérez Rancier otorga el grado de capitán—
fue un francés llegado en la expedición de Leclerc, el mismo no
fue el Pourçain Rancier
hijo de Jean Rancier Chevalier y Claudine Durare Brisson.
Nuevos pasos tras la pista del tronco Rancier se dan ahora con
la revisión de documentos contenidos en la “Guía
de las fuentes de la historia de América Latina y el Caribe en
los archivos franceses”, referidos al cuerpo expedicionario
enviado a Saint Domingue. Ojalá que en un futuro pueda
confirmarse la tradición oral. Y es que el origen de los
Rancier, que se entendía definido, vuelve a ser difuso, quien
sabe si ahora más que antes.