El 29 de enero de 1802 llegó a
aguas de la isla de La Española la flota que Napoleón Bonaparte
envió al mando de su cuñado Víctor Manuel Leclerc para someter la
colonia de Saint Domingue, en la que los negros esclavos se
habían sublevado en 1791, así como para tomar posesión de la
parte Este de su territorio, cedido por España a Francia en 1795
en virtud del Tratado de Basilea y que había sido ocupada en
nombre del país galo en 1801 por Toussaint Louverture.
La expedición
estaba compuesta por unos 58,000 hombres, los cuales fueron
desplegados en ambas colonias para el dominio de los negros. Los
franceses fueron derrotados tras dos años de guerra y de acuerdo
a sus cifras, unos 50,270 soldados, incluyendo al propio Leclerc,
perdieron la vida; los sobrevivientes en Saint Domingue se
rindieron o huyeron a finales de diciembre de 1803. En el Santo
Domingo español, quedaron unos 600 hombres en Montecristi y
otros 400 en la ciudad capital, a los que se unieron 300
soldados que regresaron y engrosaron las fuerzas que la
defendieron del sitio que le tendió Jean Jacques Dessalines en
1804.
En resumidas
cuentas, cerca de 10,000 franceses sobrevivieron. De esos, los
que depusieron las armas en Saint Domingue, fueron a parar a
Santiago de Cuba o fueron hechos prisioneros por los ingleses en
Jamaica. ¿Cuántos quedaron definitivamente en Santo Domingo? Los
historiadores no ofrecen estadísticas al respecto, pero lo
cierto es que algunos dejaron descendencia aquí:
-
Jean-Baptiste Alexandre Lavandier.
Para Wilfredo Vargas de Windt es el tronco de la familia de este
apellido, vinculado a Samaná. Sin embargo, para Efraín Baldrich
Beauregard el tronco de esta familia es Manuel Joseph Joachim
Lavandier, farmacéutico venido de Cabo Haitiano.
-
Pierre Bergés,
uno de los médicos de la flota, casó posteriormente con
Margarita Yoben viuda Fondeur (también conocida como Margarita de
la Jeunesse o de La Juvenile), radicándose en Santiago, donde
dejó descendencia y murió en 1850.
-
Barthelemy Pierret
Grinet,
sargento de artillería, nativo de Charanton, Departamento del
Sena y Marne, fue abuelo del presbítero Carlos Rafael Nouel Pierret y
bisabuelo de monseñor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla.
-
Francois Antoine Beer Cosnechowska
(n. 1765), capitán del regimiento polaco de granaderos y nacido
en Leopold, Polonia, casó con Josefa A. (Chepita) Pérez de la
Paz Valerio.
Tuvieron tres hijas: Isabel Salomé, esposa de Francisco
Angulo Heredia; Manuela, cónyuge de José Joaquín Gómez
Grateró y Francisca, quien casó con Eugenio María Valencia
López.
-
Jean Louis Dujarric
(1779-1839), ayudante de suboficiales, nacido en los Pirineos,
casó con Constanza Victoria Cubilé.
-
Juan Antonio Billini Ruse
(1787-1852), nacido en Alba Pompeya, Cúneo, Piamonte, Italia, fue
esposo de Juana (o Ana) de Mota y de Ana Joaquina Hernández
González. Pertenecía al regimiento de piamonteses que desertaría
durante el sitio de la ciudad de Santo Domingo en 1809, hecho
por el cual fueron asimilados por los milicianos españoles
después de la derrota de los franceses. Sus hijos José Billini
Mota, Epifanio e Hipólito Billini Hernández fueron próceres de
la Independencia. El hijo de éste último, Francisco Gregorio
Billini Aristi, fue presidente de la República.
-
José Campillo Bit,
natural de Maret, Piamonte, Italia. Casó en 1812 con Ramona
Arjona, procreando una familia de nueve hijos. Murió en 1858.
-
Nicolás Saint Hilaire,
médico cirujano. Casó con Isabel Toledo, con quien procreó a
María, Eustaquio y Paul; éste último radicó en Puerto Plata
donde formó familia. En 1805, el doctor Saint Hilaire escribió un
opúsculo titulado “Descripción topográfica y física de la isla
de Samaná”.
-
Félix Lunnaux, apodado El Indio, por ser oriundo de La
India Oriental. Murió en Santiago el 12 de marzo de 1881. Fue masón.
Abuelo de Ñico Lora, intérprete de música típica dominicana.
Muchas otras
familias dominicanas descienden sin duda de los integrantes de
la armada francesa de 1802. Una investigación en archivos
franceses permitiría conocer una relación completa de los
enrolados en los más de ochenta buques que la integraban y que
fondearon en Samaná y Cabo Haitiano. A partir de ella, podría
extraerse valiosísima información que permitiría reconstruir su
ascendencia para vincularlas con aquellos valerosos oficiales
que, triunfantes en las campañas de Italia y Egipto, no pudieron
contra los negros y la fiebre amarilla.
Fuentes Bibliográficas:
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Joaquín de Portes - Sebastián Pichardo, acto 35,
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Una vida dedicada a la ingeniería, Amigo del Hogar,
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