INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy

SÁBADO, 5 DE ENERO DE 2013

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ORIGEN DE LA GENEALOGÍA DOMINICANA (1 de 7)

Preparado por Julio Amable González Hernández

 

En el año 1959, el prolífico historiador Emilio Rodríguez Demorizi publicó la no muy conocida obra “Familias Hispanoamericanas”, en la cual aporta abundante y variada documentación sobre los primeros apellidos llegados a La Isla Española, como, Colón, Bastidas, Ovando, Dávila y Caballero, entre muchos otros, así como su incidencia en los primeros años de la Conquista y Colonización de América. Igualmente, Rodríguez Demorizi nos ofrece una relación documental sobre apellidos extendidos ya en nuestra isla y que posteriormente pasaron a otros territorios del continente donde jugaron papeles de preponderancia.

Por considerarlo de interés, reproducimos en siete entregas fragmentos de la introducción de la referida obra.

“Fue el ilustre maestro de la historia colonial de Santo Domingo, Fray Cipriano de Utrera, el primero en consagrarse entre nosotros a los estudios genealógicos, en receso desde su aciago fallecimiento. Ello nos ha movido, pues, a reemprender la faena del doctísimo investigador, aun sea con estos ligeros apuntes y documentos acerca de familias dominicanas, o mejor dicho hispanoamericanas, empezando por la del Descubridor del Nuevo Mundo, cuyos descendientes, los hijos de Diego Colón, fueron nativos de La Española.

Desde los albores de la villa de Santo Domingo, por el 1502, hubo en ella hogares de distinción como el de Rodrigo de Bastidas, pero fue en 1509, con la llegada de Diego Colón y la Virreina María de Toledo y de su Corte, mozas casaderas, cuando empezó propiamente la familia dominicana.

En esa misma época se inició, al margen de los “linajes ilustres de varones descendientes de grandes capitanes”, uno de los primeros problemas de la genealogía hispanoamericana: el derivado del mestizaje, la unión del español y del indio y luego del africano, y las diversas uniones producidas entre esos tres elementos raciales.

No pocas familias de ilustre linaje, honra y prez de la Colonia, poseyeron escudo de armas, algunos de los cuales se conservan todavía como lejanas reliquias de abolengos oscuramente democratizados. Entre esas familias se cuentan las de Bastidas, Fernández de Oviedo, Fernández de Fuenmayor, Dávila, Caballero, Pimentel, Serrano, Fernández de Castro, Coca, Pérez, Caro, Vega, Lara, Nieto, Garay, Heredia, Campusano, Mieses, Aybar, Jover, Camarena, Monasterios, Solano, Bardecí, De la Concha, Paredes, Quesada, Maldonado, Ovalle, Benavides, Mosquera, Del Monte, De la Rocha, Landeche, Coronado, Leoz y Echálaz, Angulo, Palomares, Frómesta y Villoria”.

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