INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC. |
Cápsulas Genealógicas |
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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy |
SÁBADO, 7 DE JULIO DE 2018 |
PRESENCIA BANILEJA EN EL CIBAO (4 de 6) |
Preparado por Edwin Rafael Espinal Hernández |
La Vega, como ciudad más cercana a los caminos que cruzaban la Cordillera Central que sin duda utilizaron banilejos para llegar al Cibao, tuvo una notoria interacción con Baní desde principios del siglo XIX. Guido Despradel Batista, en su “Historia de La Vega”, expone la versión de que Manuela Sánchez, hija de Rosa Orguín [sic] y esposa de Ramón Espínola Jiménez, ya residente en La Vega en 1805, era banileja. De su lado, Manuel Vetilio Valera Valdez, en su obra “Baní Raíces Históricas”, cita entronques de las familias banilejas Montero, Dumé, Pimentel, Capriles, Del Rosario, Oropeza, Rodríguez, Mejía, Báez, Velásquez, Peña, Objío, Soto, Guerrero y Vidal, con las familias veganas Ledesma, De León, Alberti, Fuertes, Alcántara, Ortega, Cuestas, Ruiz, Montero, Vargas, Ortiz, Brens, Adames y Rodríguez. Para los hijos de los banilejos migrantes, Baní constituía sin dudas un referente existencial vital, que era evocado por sus padres al igual que los parientes que dejaron atrás. En las generaciones subsiguientes, esa identificación telúrica se perdió y Baní quedó como un referente geográfico lejano en el tiempo y el espacio. Una muestra de cómo gravitaba Baní en las familias procreadas por esos “banilejos ausentes” es la fraterna carta que le envió Lorenzo (Puchulo) Perelló Rochet (1862-1886), hijo de Lorenzo Perelló Andújar, a su tía Julia Perelló Andújar, residente en Baní, en 1886, de la que cito a seguidas algunos fragmentos:
Y como testimonio de las remembranzas en el seno familiar de la geografía banileja agrega:
Hay que hacer notar que Lorenzo Perelló Andújar llegó a Santiago siendo un niño “huérfano y pobre”, que “se separó de su familia y de su hogar, para vivir, a larga distancia, bajo el amparo de un pariente”. Ese pariente que lo acogió fue Miguel Estanislao Santelises, padrino, junto a su hija María Altagracia Santelises, de su hija Mauricia Perelló Rochet, nacida en Santiago el 29 de julio de 1868. En realidad, Perelló Andújar estaba emparentado con su esposa, Guadalupe Bernal Soto, hija de Marcos Bernal y Concepción de Soto Fernández, por lo que llamaba “primos” a María Altagracia y a Emilio Santelises Bernal. La relación provenía del hecho de que Antera Andújar de Soto de Perelló, madre de Perelló Andújar, era prima hermana de Guadalupe Bernal de Soto de Santelises, ya que eran hijas, respectivamente, de María Francisca de Soto Fernández de Andújar y de Concepción de Soto Fernández de Bernal. Este vínculo colateral permite establecer que el contacto con las ramas banilejas de la familia se mantuvo al menos en esos niveles generacionales y que eran evidentemente reconocibles los entronques familiares lejanos. Pero más allá de estos vínculos perdidos en el tiempo, lo resaltante de la sangre banileja que los fundó es que la misma se revela como savia fundacional en la genealogía de numerosas figuras del acontecer nacional, que con toda seguridad desconocen tener parte de sus raíces en los antiguos hatos del valle de Baní. |