INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC. |
Cápsulas Genealógicas |
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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy |
SÁBADO, 23 DE MAYO DE 2015 |
“...son los mismos” |
Preparado por Edwin Rafael Espinal Hernández |
La frase que da título a esta cápsula la escuchamos en muchas ocasiones, al hacerse referencia al origen común que, pretendidamente, tienen apellidos representativos de comunidades distintas, en ocasiones geográficamente lejanas. La tradición oral cimenta la más de las veces tal aseveración. Pero, ¿qué tan cierto resulta el hecho de que representantes de un apellido en una determinada localidad sean parientes, aun lejanos, de otros con el mismo patronímico en otra población? A propósito de ese señalamiento se echa mano, muchas veces, a la teoría de los “tres hermanos” —¿por qué siempre tres y no más o menos?— que, en una época indeterminada llegaron de un país “X” y se dirigieron a puntos cardinales diferentes. No dudamos que, en algún caso, muy particular, esa situación pudo efectivamente haberse dado, pero en otras se ha verificado que no se trató de hermanos, sino de personas con el mismo apellido, parientes o no entre sí, que pasaron a constituirse en troncos de distintas estirpes. Sin embargo, la eventualidad de un origen común es posible y puede constatarse a partir de la compulsa de la tradición oral con las actas eclesiásticas o del Estado Civil, que vinculan consanguíneamente en línea directa o colateral a una serie de sujetos, o con dispensas de consanguinidad, las cuales permiten identificar el tronco común de los contrayentes del sacramento del matrimonio, cuyos ancestros pueden localizarse en territorios distantes. Esa documentación permite columbrar un hecho hasta ahora no estudiado: los movimientos migratorios intrarregionales que se verificaron, por ejemplo, entre comunidades cordilleranas y poblaciones en los valles, los cuales difundieron “semillas patronímicas” que germinaron en sus definitivos lugares de asentamiento, rompiendo de manera total con sus lugares de procedencia y multiplicándose en forma tal que, de entrada, aparentan ser los troncos primarios de apellidos muy extendidos. Hincha, Baní y San Carlos en el sur y San José de las Matas en el norte, por solo citar algunas comunidades, se perfilan como casos paradigmáticos entre los centros poblados desde los que, en los siglos XVIII y XIX, se produjeron sucesivos trasvases que enriquecieron los árboles genealógicos de otras comunidades, rompiendo con la endogamia que caracterizó su evolución primaria o sosteniéndola en el curso de las generaciones posteriores. En el caso de San José de las Matas, por ejemplo, es posible encontrar actas de matrimonio o defunción de personas nacidas allí en las parroquias y oficialías de Santiago, La Vega o Moca o dispensas matrimoniales de novios nacidos en poblaciones del valle del Cibao que tenían abuelos o bisabuelos serranos. La mención de las comunidades de origen por parte de párrocos y oficiales civiles es el dato clave que permite atar generaciones completas en una localidad con sus ascendientes en otra población, al tiempo que el señalamiento de las edades y los nombres de los padres resulta vital para localizar más rápidamente actas de nacimiento o bautismo en distintos archivos. De su lado, las dispensas ofrecen la posibilidad de ascender a generaciones que se remontan, por ejemplo, al siglo XVIII, época de la cual existen pocos repositorios documentales completos. Que los del apellido tal sean “los mismos” a los de idéntico patronímico en lugares distantes es, pues, posible, pero la confirmación de su certeza amerita de profundos esfuerzos investigativos. |
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