El más común de los
cortes en los apellidos es la supresión de la preposición “De”
que le antecede. Así tenemos que el alguna vez De Lara,
pasó a ser sólo Lara. En esta categoría se encuentran los
siguientes apellidos: Abréu, Acevedo, Alba, Alemán, Almeida, Amézquita, Andújar, Aponte, Arias, Arredondo, Ávila, Aybar,
Boyrie, Brea, Brito, Castellanos, Contreras, Franco, Frias,
Guzmán, Heredia, Herrera, Peña, Lora, Luna, Marchena, Mena,
Mueses, Quesada, Rojas, Sagredo, Soto, Tapia, Vargas, entre
muchos otros.
Encontramos también el
caso de un apellido que sufre un cambio por un período de
tiempo, en el que se usan tanto la versión original como el apellido
modificado, para luego prevalecer una de ellas. Es el caso del
apellido Orve o del Orve; por un largo tiempo se usó este y su
mutación Del Orbe. En la actualidad sólo se usa esta
última versión. Casos similares a éste son el Pueyo y Puello,
Coello y Cuello, así como el Aibar y Aybar.
En la categoría de los
cortes tenemos Goicovich, que pasó a Goico, Aubrí a Ubrí y Ahued
a Hued. Un caso singular es el De Almonte, el cual en una
vertiente se acortó a Almonte y en otra pasó a
Del Monte y Delmonte.
Otra mutación que ha
ocurrido es la pérdida del acento agudo en el apellido, como es
el caso de Victoriá que se convirtió en Victoria, Juliá
en
Julia, Vilá en Vila y Brunó en Bruno.
Algunos apellidos por
su similitud crean confusión al escribiente del acta de
nacimiento y por ende dudas al investigador genealógico. Entre
estos encontramos el Tavárez, Tavares, Tabares, Taveras y
Tavera. Igualmente tenemos Tejada, Tejeda y
Tejera. Todos son válidos. También tenemos el caso
contrario. Encontramos el Cote, Cotes, Coste y Costes.
Todos son el mismo apellido.
Aún cuando ambos
apellidos son correctos y diferentes, una familia de Santiago
apellidada Jiménez lo mutó por Jimenes.
El apellido de origen
libanés Khoury, también se presenta como Khourie,
Khouri, Khury, Koury y Cury.
Inmigrantes
portugueses también han llegado a República Dominicana al través
de los siglos. Esto se ha realizado directamente o vía España.
Sus apellidos se “castellanizaron” antes o durante el viaje. Tal
es el caso de Alvares que cambió a
Álvarez, Melho a
Melo y Gonzales a González.
En la categoría de las
uniones de apellidos, una de las más antiguas es la de los
veganos García-Godoy; le siguen los capitaleños Pérez-Siragusa,
mientras que otra más reciente es la de los seybanos Beras-Goico.
Otras fusiones de
apellidos son López-Penha, Marión-Landais, Mejía-Ricart,
López-Villanueva, Prats-Ramírez, Gómez-Patiño,
López-Gil y
García-Mella, entre más.
Un caso singular lo
constituyen los hijos de Agustín Franco de Medina y María Merced
Bidó, Román Santiago y Juan Luis Franco Bidó, nacidos muy a
principios del siglo XIX en la ciudad de Santiago de los
Caballeros. Las siguientes tres generaciones mantuvieron
preferentemente el Franco Bidó como un solo apellido. A
partir de la cuarta generación se desvaneció esta práctica y hoy
no existe el apellido Franco Bidó. Algo similar ocurrió
en Santo Domingo con los Fernández de Castro.
¿Tendrán nuestros
tatara-tatara nietos los mismos apellidos que estamos usando hoy
en los albores del siglo XXI?
Fuentes Bibliográficas:
Moya Pons, Frank:
Apellidos Haitianos (y Franceses) en
Santo Domingo, Revista Rumbo, Año V, No. 260, 25 de
enero 1999
Muñoz Molina, Teodosio:
El Enigma de los Nombres y
Apellidos, Buenos Aires, Argentina, Ediciones Lidiun,
1996