María Vallejo de Duvergé, a quien llamaban
“Mamá Teté”, era la esposa de Tomás Duvergé a quien llamaban
“Papá Tomás”, quien era hijo de Margarita Duvergé, hermana
del general Antonio Duvergé. Estos se habían radicado en la
ciudad de El Seibo en el siglo XlX procedentes de San
Cristóbal, de donde era María Vallejo.
En El Seibo formaron una familia
compuesta por siete hijos —todos ellos nacidos allí— que fueron: Rumaldo, Guillermina (Chichí), Altagracia, Valentina
(Tintina), Dolores, Mercedes y Rufinita.
Guillermina casó con el Gral.
Francisco Mercedes; no tuvieron hijos. Rumaldo tuvo una hija a quien
le dieron por nombre Anita. Dolores casó con Tomás Otto Drake,
un joven oriundo de Curazao, quien muriera el 31 de diciembre de
l890. Procrearon cinco hijos: Adela, Tomás, Margarita, Ovidio
y Dolores Onésima Otto Duvergé. Las otras, unas
murieron solteras y otras se casaron, pero no tuvieron hijos.
Valentina permaneció soltera
junto a su madre, ayudándole en los quehaceres domésticos y en
un pequeño negocio que tenía de dulcería y panadería, y en la
venta de una bebida refrescante, que era deliciosa al gusto y
que le llamaban “PRU”.
Todo el mundo compraba y tomaba
con gran placer y deleite aquel rico refresco. Entonces no se
conocía el hielo ni se envasaba en botellas, sino que se tomaba
por tazas, por vasos o por jarros —pero como se dice usualmente,
caliente (a temperatura ambiente)— para endulzarlo se utilizaba
el melao y en ocasiones la miel de abejas. Esto era cuando lo
elaboraba Mamá Teté, antes de mediados del siglo XlX. Más
tarde, cuando ya ella no podía trabajar, entonces enseñó y pasó
la labor a su hija Tintina.
Esta última mejoró su
preparación al hacerlo con “azúcar prieta” y comenzar a
embotellarlo. Para taparlo utilizaban un tapón de corcho, el que
aseguraban con una lazada de gangorra para que no se volara. Todavía lo llamaban “PRU” y se tomaba “caliente”.
El “PRU” fue haciéndose famoso
en las comarcas del Este, y los “romeros” que iban a visitar a la
Virgen de Altagracia a Higüey de todas partes de la República,
como tenían que pasar por El Seibo, fueron conociendo aquel
“maravilloso refresco”.
Así entra el siglo XX trayendo
adelanto y luz a la mente de los hombres del mundo; un mundo
nuevo que comenzaba a tecnificarse.
Tomás Otto Duvergé instala en
los primeros años de la segunda década del siglo XX, una Fábrica
de Hielo, que sería la primera en El Seibo, y con ello da el
gran paso para el éxito más rotundo del famoso “PRU”, que ahora
se llamará “MABÍ”, y que bajo la elaboración de Dolores Onésima
(que es quien le sucede a su tía Valentina), le dan un nuevo
giro de adelanto y mejoramiento al famoso refresco, cuando
eliminan el “azúcar prieta” y en su lugar utilizan azúcar
blanca. Aparte del buen sabor que esta le daba, su
coloración limpia y transparente, fue un gran
paso para su consagración y propagación. Pero aún más: lo que le dio
el puntillazo para su gran éxito, fue cuando comenzaron a
servirlo frío; no con el hielo dentro del vaso, sino enfriado
directamente en la botella, que colocaban dentro de un saco de
pita en la salmuera de la planta de hielo de la ciudad.
Fue tal su demanda y la acogida
que tuvo esa refrescante bebida, que para nombrar a El Seibo era
imprescindible que mencionaran también al MABÍ; causa por la cual
se le denominó “MABÍ CHAMPÁN SEIBANO”.