INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC. |
Cápsulas Genealógicas |
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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy |
SÁBADO, 11 DE JULIO DE 2020 |
CaTALinA DE LORA o las raÍces mulatas de la oligarquÍa dominicana (7 de 7) |
Preparado por Edwin Rafael Espinal Hernández |
La nómina de los descendientes de Catalina de Lora es inmensa y en esta serie solo hemos reseñado, por supuesto, algunos de ellos. Hay que tomar en cuenta que los ascendientes y descendientes de las personas mencionadas, lo mismo que su parentela colateral —por vía del apellido de que se trate— proviene igualmente de ella, lo que da una idea de su enorme cantidad. Quedaron fuera muchas personas invisibles para la historiografía —las que Frank Moya Pons llama “gente sin historia”— que constituyen una lista muchísimo más extensa que la presentada, pero que, no obstante su ausencia, contribuyeron y contribuyen a conformar la nación dominicana. “El blanco que tuvo abuela / Tan prieta como el carbón, / Nunca de ella hace mención / Aunque le peguen candela”, escribió certeramente Juan Antonio Alix —descendiente, por demás, de Catalina de Lora— en “El negro detrás de la oreja”. La condición de Catalina de Lora es expresión de este verso: es la abuela prieta que no se menciona en múltiples genealogías, pese a representar el timbre de la negritud de muchísimas familias dominicanas que la tienen como ancestro común. Frank Moya Pons ha afirmado que la mayoría de los habitantes de República Dominicana desciende de mujeres que alguna vez fueron esclavas. No sabemos si Catalina de Lora nació esclava y fue manumitida acaso por el propio Pedro Morell de Santa Cruz de Mena y San Miguel, tal como sucedió con Teresa Méndez, Mai-Teresa o Camateta, dejada en libertad por su antiguo amo Pablo Altagracia Báez después que en 1812 procreó a su primer hijo, Buenaventura Báez Méndez, futuro presidente de la República, pero la constatación de que una mulata sea la genearca de miles de dominicanos —entre ellos dos presidentes de la República, jueces de la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Constitucional, nuestra única Miss Universo, el fundador del banco privado más importante del país y el cardenal de su Iglesia Católica— es un hecho excepcional. Un elemento resaltante es la dispersión geográfica de su descendencia, compartida entre el país, naciones de Europa y Estados Unidos. Aquí, sus ejes dimanantes son Santiago, Puerto Plata, Moca y Santo Domingo, donde en el curso de cuatro siglos se vincularon a su linaje familias criollas y extranjeras y entre cuyas diferentes generaciones y líneas se han verificado entronques que han dado lugar a subestirpes y matrimonios consanguíneos. La descendencia de Catalina de Lora es también la de los Morell de Santa Cruz, que, como ha significado Roberto Cassá, fue uno de los tres linajes principales —junto a los Pichardo y los Delmonte, Del Monte o De Almonte— de la denominada “nobleza de Santiago” en el siglo XVIII[1] y “el apellido tradicional de mayor realce en Santiago” en las décadas finales de ese siglo[2]. Su prolijidad nos permite afirmar que esa estirpe es una de las progenies fundamentales en la genealogía dominicana. Notas Bibliográficas: |